Me da un poco de nostalgia empezar a contar y recordar la siguiente historia. Primero porque sucedió,
creo yo, en la etapa más divertida de mi vida, la etapa del colegio; y segundo
porque me recuerda a un amigo muy cercano a mí, que por cosas del destino ambos
tomamos rumbos diferentes, y tal vez ahora seamos completos desconocidos. Todo
empezó en 4to. año de secundaria, un año
que todos fuimos completamente extraños para todos, debido a que en inicios de
año nos “chocolatearon” de salón y fue un nuevo comienzo para todos.
Afortunadamente en muy poco tiempo todos empezamos a agarrar confianza, y mi salón
se volvió uno de los más unidos del colegio. Pero siempre había un grupo de
chicos (por razones obvias, no
mencionare sus nombres) que paraban en su mundo, cuando nos reuníamos con los
chicos del salón, ellos no estaban presentes, y así varios motivos más que no
permitían que tengamos una buena relación con ellos. Resulta que un día en
clase de Historia del Perú, el profesor nos dejó desarrollar un trabajo en
grupo y mi mejor amiga y yo decidimos juntarnos con estos tres chicos que
siempre se aislaban del grupo. En menos
de lo que canta un gallo, estos tres chicos se volvieron muy amigos de
nosotras, y pudimos ver otra realidad de ellos, realidad que muy pocos veían y
que se atrevían a juzgar. Luego de un
buen tiempo de amistad, mi mejor amiga y yo nos enteramos de que uno de estos
chicos andaba en drogas, fue un rumor
muy fuerte con el que tuvimos que lidiar, no encontrarnos mejor alternativa que
hablar con él y preguntarle si este rumor era cierto. Él se sincerizó con nosotras y nos dijo que era verdad y que
necesitaba ayuda, en ese momento con mi amiga pudimos entender lo que realmente
quería decirnos, que nosotras lo podíamos ayudar, claro con un poco de ayuda de
su parte. Desde ese momento quedamos en que ayudar a mi amigo, sería una de las
mejores satisfacciones que nos da esta vida, aparte de un gran reto. Empezamos
a ir con él a misa constantemente, lo llamábamos para saber dónde andaba, y
hasta llegamos a hablar con sus padres, para que entendieran por lo que él
estaba pasando y supieran como ayudarlo, sin reprocharlo. Al finalizar el año,
pudimos ver con felicidad que mi amigo había abandonado las drogas y se
encontraba en una situación estable con su familia, sus amigos y sobre todo
tenía una relación más cercana con Dios.
Y es así, como creo yo que ayude a mejorar la vida de mi
amigo, porque a las finales la droga lo único que hace es destruirte como ser
humano y no me hubiera gustado ver a mi amigo destruir su felicidad y sus
sueños, por esta adicción. <3
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